PRIMER CAPÍTULO "MI PROTECTOR"

18.01.2018

¡El primer capítulo de "Mi Protector" en exclusiva!
¿La estás esperando? 
Todo el mundo hablará de ella.

Capítulo 1





La cafetería está a reventar, como era de esperar.
Estoy sentado en la terraza de fuera porque desde aquí me es más sencillo controlarlo todo; al fin de cuentas, el interior del establecimiento es diminuto y contiene demasiadas entradas y salidas. Cosa que juega en mi contra. Si esperase adentro, podría encontrarme en mitad de una encerrona sin salida en muy pocos segundos, sin escapatoria posible.

Me coloco las gafas de sol y saco la cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo.
¿Por dónde aparecerá Max?, me pregunto, mientras enciendo un pitillo e inundo mis pulmones de nicotina. No conozco demasiado bien este lugar, cosa que inevitablemente me inquieta muchísimo.

Esta vez hemos quedado en un punto intermedio, uno de esos lugares que se supone que son escogidos al azar. Pero en realidad, sé muy bien que no ha sido así. Max jamás dejaría nada al azar con tantas cosas importantes de por medio.
Llevo trabajando con él más de seis años pero es imposible establecer un vínculo de confianza en un negocio como el nuestro.

Aspiro otra calada del pitillo y me digo a mí mismo que tengo que dejar de fumar cuanto antes. En el fondo, odio el tabaco. Odio que "algo" sea capaz de adueñarse de mí o de mis necesidades. Odio "necesitar" de algo para estar tranquilo. Me hace sentirme débil; y yo no soy débil.

-Hunter...

La voz de Max llega desde mi espalda.
No me molesto en girarme, aunque me inquieta no haber sido capaz de prever su llegada.

Cuando me rodea y se sienta frente a mí, me doy cuenta de las ojeras tan profundas que luce. Parece que lleva mucho tiempo sin dormir y no tiene demasiado buen aspecto...

Le saludo con un gesto pasivo sin pronunciar palabra y disimuladamente vuelvo a controlar mí alrededor. Parece que no hay nada nuevo; el tráfico de personas que van y vienen alrededor de la terraza es aparentemente normal y nadie parece estar fuera de lugar. Excepto el todoterreno negro que se ha detenido en la zona de carga y descarga frente al establecimiento.
Es sencillo de reconocer; un chófer trajeado pegado a la ventanilla que no pierde de ojo a Max -y tampoco a mí-. Le da igual llamar mi atención, es evidente. Lo único que busca es una vía de escapatoria sencilla, y allí se encuentra perfectamente colocado para recoger la mercancía y salir pitando si la cosa se complica. Seguramente, en la parte trasera del vehículo, viajen otros dos tipos más. Si son hombres de Max o del "jefe", eso ya no lo sé.

-Te veo bien, Hunter -dice, mientras estira el brazo para coger mi cajetilla de tabaco y sacar un pitillo.

Con un gesto silencioso, me pregunta si puede encender uno.
Ya lo tiene en la mano y se lo está llevando a la boca, así que la pregunta es absurda. Pura cortesía falsa.

-Adelante -digo.

Él se enciende el cigarrillo, lanza una rápida mirada hacia el todoterreno y después se centra en mí. Me sonríe con esos dientes perfectamente alineados y blancos y un escalofrío recorre mi cuerpo.

-¿Lo tienes? -pregunta.

Yo asiento sin decir nada, mientras tiro el pitillo que se estaba consumiendo en mi mano lejos de nosotros.

-¿Cómo ha ido? -pregunta, sin borrar su sonrisa.

Tengo la mercancía. El "jefe" estará satisfecho y la cosa no va mal para Max.
Ahora querrá conocer los detalles de la misión.

-Sin bajas.

Él asiente, satisfecho.

-¿Ninguna sorpresa? -insiste.

-Ninguna sorpresa -le confirmo yo.

Vuelve a lucir esa falsa sonrisa de dentista que tanto detesto.

-Buen trabajo, Hunter. El jefe estará muy contento contigo.

En realidad, sé que al jefe le importa una mierda quién sea yo.
Estoy seguro de que si la cosa sale bien, ni siquiera se preocupará por conocer mi nombre -lo que me conviene enormemente-.

Sé que soy tan bueno con esto porque no hago preguntas, no me intereso por saber quién o qué está detrás de todo esto o de dónde proviene el dinero que cobraré. Tampoco soy un chapucero y me aseguro de que mis actos no sean noticia de primera plana en los periódicos. Intento pasar desapercibido y cuanto menos sepa yo de la misión, mejor será para mí.

-Me alegro, Max.

Se está terminando el cigarrillo, así que el tiempo está llegando a su fin.
Una de las camareras se acerca hacia nosotros y Max le dice que no necesitamos nada más. Cuando se termine el cigarrillo, le daré la mercancía y él se marchará; así de simple.
Se fuma ese cigarrillo para "disimular", porque bajarse de un todoterreno con los cristales tintados y sentarse dos segundos para después volver a marcharse llamaría demasiado la atención de los viandantes. O eso cree él. Quizás nadie se fijaría en nosotros. Es más, estoy seguro de que la gente ya tiene suficiente con sus problemas como para andar fijándose en los demás.
Otra cosa muy diferente sería que la policía anduviese vigilando el asunto... Escena que ya se ha visto en repetidas ocasiones con gente como yo. Inútiles que no saben hacer bien su trabajo sin dejar rastro.

Max se ha terminado el cigarrillo.
Me señala la bolsa de tenis que ha dejado colocada en sus pies y sonríe. Ha llegado la hora del intercambio; se marcha.
Palpo mi bolsillo y, tras comprobar que el paquete continúa en el interior del mismo, meto la mano y  saco el sobre acolchado que he sellado bien. Lo deslizo por encima de la mesa y él se apresura a recogerlo.

-¡Joder, Hunter! -exclama-. ¡Eres jodidamente bueno, chaval!

Le devuelvo una de sus falsas sonrisas mientras él se levanta de la mesa.

-Te llamaré dentro de poco -me dice, alejándose-, procura no meterte en líos -bromea.

No me molesto en responderle.

Me quedo sentado donde estoy, observando la bolsa de tenis que ha dejado junto a mí. Después me enciendo otro cigarrillo y pido un descafeinado.

Estoy seguro de que Max no tardará en llamarme, pero él sabe tan bien como yo que no aceptaré ningún trabajo hasta que el dinero que hay en la bolsa mengüe peligrosamente.
Con este trabajo, tendré lo suficiente para vivir los próximos siete u ocho meses. Quizás incluso llegue al año.

Es una de las razones por las que no llamo la atención de las autoridades. No soy avaricioso, no pretendo hacerme rico y no cometo errores.

Me bebo el café de un trago, cojo la bolsa y me levanto de la mesa.
Antes de echar a caminar, me aseguro de que nadie me esté vigilando. No puedo estar totalmente seguro de ello, pero parece que no tengo a nadie detrás. Aún así, daré un par de vueltas antes de dirigirme hacia mi apartamento. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar